Mi historia como voluntaria tutelar: parte de mi vida, para lo bueno y para lo no tan bueno

Voluntariado

El Voluntariado Tutelar es más que hacer voluntariado. Hacer voluntariado en Fundación Tutelar Canaria ADEPSI significa amistad, compañerismo, confidencias. Las personas voluntarias se convierten en alguien en quien confiar, en alguien con quien compartir alegrías, sueños y penas. 

 

Al compartirlos los momentos se convierten especiales, aunque sean actos tan cotidianos como dar un paseo, salir a comprar o tomar un refresco.

 

Las personas voluntarias son amigos y amigas, alguien que te aprecia tal como eres, que conoce tus gustos y aficiones, que sabe escuchar y comprender. Hablamos de una persona que nota muy cerca, que es parte de su vida, que transmite el cariño de uno más de la familia. Así es Tari, nuestra voluntaria tutelar más veterana. Esta es su historia de amistad con Toni. 

 

Mi nombre es Tari y soy voluntaria en Lanzarote

 

Mi relación con Fundación Tutelar Canaria ADEPSI como “voluntaria” se remonta a casi 10 años atrás. 

 

Antes de conocer la ‘Fundación Tutelar Canaria ADEPSI’, conocí a Toni. Una cosa, inevitablemente, llevó a la otra. Cuando yo comencé a trabajar en la residencia donde vive Toni él ya estaba allí y rápidamente congeniamos. Él me acogió cuando empecé en mi nuevo trabajo. Me arropó, me cuidó, me dio toda la información que él consideraba importante, tanto sobre el funcionamiento de la residencia como sobre sus compañeros. Estuvo a mi lado cada día. 

 

Desde el principio, Toni me sintió como parte de su familia (cierto es que tenemos familiares en común, sus abuelos y mis abuelos puede que fueran primos… ¡O algo así! Él es quien controla los parentescos), y este vínculo se ha ido afianzando con los años. 

 

Para compartir tiempo con Toni fuera de la residencia tenía que hacerme voluntaria y, sin dudarlo, así fue. Empezamos a salir a pasear, de compras, a merendar o a cenar. Fueron ratitos que ambos disfrutamos especialmente. Algo que hacemos juntos y que para él es muy significativo es que, cada año elegimos un día para acudir a las fiestas populares de mi pueblo. 

 

Es un momento muy especial. Mi familia, amigos y, en general, los vecinos del pueblo, ya lo conocen, lo saludan y hablan con él con cariño, incluso lo esperan y me preguntan qué día subiremos al pueblo. 

 

Para los dos es bonito y reconfortante. Por otro lado, podría añadir que no todo han sido experiencias positivas las que hemos vivido juntos, pero sí es verdad que son las más fáciles y bonitas de recordar (aunque todas sumen en nuestra historia). 

 

El año pasado su madre falleció. Además de darle la noticia, lo acompañé durante esos momentos en los que él le dio el último adiós (junto con otras dos compañeras de Fundación y de la residencia ADISLAN). Sigo recordando con emoción cada momento que compartimos ese día. Toni forma parte de mi vida, para lo bueno y para lo no tan bueno (¿qué es la amistad si no?). 

 

Volviendo un poco al inicio, con el paso de los años, yo dejé de trabajar en la residencia para ocupar otros puestos en la entidad, y, por lo tanto, dejé de verlo día a día. Esto a él le supuso una “pérdida” más en su vida (así lo vivió y así me lo hizo saber), y aún hoy recuerda esa época con añoranza. Pero, incluso con estos cambios a nivel profesional, nuestra relación nunca ha terminado ni se ha visto condicionada. 

 

Después de haberlos puesto un poco en contexto, llegamos al estado de alarma y confinamiento, que es realmente lo que nos trae aquí… Para todos ha sido muy duro y hemos tenido que reinventarnos, tanto personal como profesionalmente. En mi caso, durante estos meses he vuelto a trabajar en la residencia. Así que, aquí estamos de vuelta, compartiendo cada día con Toni. Para él no ha habido mejor noticia durante el confinamiento. Cada día me pregunta cuándo será el último porque no quiere que vuelva a irme, y me refuerza positivamente con lo bien que estoy ahí con él (aunque sabe que es algo temporal). 

 

Por lo tanto, como ven, durante este tiempo, lejos de perder el contacto con la persona por la cual somos voluntarios y voluntarias, he pasado mucho más tiempo con él, y, aunque a priori haya sido algo muy positivo para ambos, no dejamos de pensar en el momento en el que podamos salir de allí y retomar nuestras salidas. Estamos muy pendientes de que eso pueda suceder. 

 

Sin más, me despido, esperando que no les haya resultado muy pesado el resumen de nuestra historia (que conste que tendría para contarles mucho más). Deseo que todos los voluntarios y voluntarias puedan vivir y sentir algún día lo que yo he vivido y sentido con Toni, porque no hay mayor riqueza.

 

 

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